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Tengo sobrepeso ¿Y ahora qué hago?

Post 11-11-12 obesidad

El sobrepeso y la obesidad se están convirtiendo en una característica estructural de las sociedades occidentales. Basta con que observemos con un poco de detenimiento a la gente que pasea por la calle en cualquiera de nuestras ciudades. Pero por si nuestra impresión fuera errónea, ya están los estudios de salud pública para alarmarnos. Recientemente, diversos medios han recogido un informe elaborado por la empresa Ipsos, de estudios de opinión y de mercado, en el que constata un incremento alarmante de los índices de obesidad en los últimos cuatro años, en parte debido a la crisis : por un lado, muchas personas tienen que recurrir a alimentos más baratos, de peor calidad y pésimo balance metabólico. Y, por otra parte, las dificultades económicas causan trastornos psicológicos que se conjuran con el recurso a la comida.

Desde mi experiencia, nada nuevo o que no se viera venir, pero no por eso deja de ser menos preocupante. Todos, como sociedad, y como individuos, tenemos que comprometernos contra el avance de una enfermedad que causa estragos de toda índole en la vida de las personas. Más allá de las políticas públicas, que avanzan en la medida de lo posible para enfrentarse a la obesidad, considero que es muy importante que nos preguntemos qué podemos hacer cada uno de nosotros con respecto a nuestra salud, y en este caso, en relación con el sobrepeso. Las personas afectadas por esta enfermedad tienen que dar un paso adelante y afrontar, como mínimo, estas tres cuestiones:

1. La aceptación personal del problema
Si estamos obesos, tenemos un problema de salud: un problema de movilidad, un problema de autoestima y un problema estético que afecta a nuestra integración social. Los tres presentan distinta importancia según las circunstancias de cada uno. No obstante, desde el punto de vista médico, quizá el primero es el más fundamental, sin dejar de lado los otros dos. Cada día que pasamos sin atajar nuestra obesidad, probablemente estamos restando dos días de vida a nuestro organismo, y eso sin contar con la aparición temprana de enfermedades crónicas o terminales.

2. La asimilación de unos conocimientos básicos sobre alimentación y salud.
Pensamos que la mayoría de nosotros sabe lo que hay que comer y cómo hay que comerlo. Error. Mi experiencia terapéutica me indica más bien lo contrario. Una inmensa mayoría de los afectados por la obesidad son, con perdón, unos analfabetos nutricionales. Difícilmente podremos luchar contra el enemigo si no lo conocemos.

3. Compromiso de cambiar nuestra relación con la comida para siempre.
Casi la totalidad de los obesos son cautivos perpetuos de su enfermedad porque no se comprometen en serio a modificar sus hábitos alimenticios más allá del preceptivo período de régimen, que por desgracia repetirán muchas veces a lo largo de su vida. Para adelgazar con garantías hay que tomar como premisa básica el compromiso de transformarse en otra persona.

El reto es muy grande, pero como suelo decir a mis pacientes, los beneficios y las satisfacciones son mucho mayores, en todos los aspectos de la vida. Por suerte, esta es de las enfermedades de las que uno puede recuperarse plenamente si no ha traspasado determinados límites. Si te encuentras atrapado desde hace tiempo en las redes del sobrepeso, te animo a que comiences a cambiar. Y si necesitas mi ayuda, ya sabes dónde estoy.

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