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Mantener la motivación después de adelgazar

Un porcentaje de las personas obesas no padecen esta enfermedad de manera puntual, sino como una dolencia crónica, en la que se suceden fases de adelgazamiento y recuperación del peso perdido.

Se trata de un grupo para cuya curación la clave está en un cambio radical de estilo de vida, tanto en la alimentación como en la actividad física.

Por lo general, cuando estos individuos acuden a la consulta, su grado de motivación es muy elevado. Han llegado a la conclusión de quieren perder peso y mejorar su estado de forma, conscientes de que su situación les está causando problemas de salud, y también de autoestima.

Sin embargo, tras una etapa de alta concienciación, que coincide con el período de mayor pérdida de peso, una buena parte de ellos comienza a perder el ritmo del cambio, y a medio plazo, vuelven al punto de partida.

En su evolución influyen, entre otros, dos factores: el hecho de verse mejor les lleva a bajar la guardia y adelantar antes de tiempo el regreso a una alimentación menos restrictiva. Y, por otra parte, se hace patente que sus problemas con la alimentación no solo se deben a malos hábitos nutricionales, sino que también pueden existir otras causas de orden psicológico.

Un enfoque multidisciplinar para cambiar el estilo de vida

Con todo ello, cada vez estamos trabajando más en la línea de que el tratamiento de esta patología, sobre todo en los que podríamos denominar «crónicos», necesita un enfoque multidisciplinar, en el que se mezclan la prescripción médica, la educación (y reeducación) y la dimensión conductual.

Al fin y al cabo, aplicar las indicaciones del médico parece relativamente sencillo con un seguimiento cercano, pero al terminarse esta etapa, el riesgo de perder lo conseguido aumenta notablemente. Por ello, queda claro que debemos afianzar un cambio de conducta, crear y consolidar un patrón de relación con la alimentación y el deporte que debe llegar al punto de sustituir por completo a los hábitos anteriores.

En ese sentido, un trabajo especializado señala que debemos lograr una estabilización del cambio, algo que a su juicio puede construirse después de al menos seis meses de trabajo. En su análisis de planes llevados a cabo con personas obesas, han constatado que la tasa de éxito de una dieta o un cambio de hábitos de vida es muy elevada en los primeros tres meses, el período que han llamado Determinación.

En ese tiempo, el paciente está muy motivado para su transformación, que además se va haciendo evidente cada día. Pero al finalizar el trimestre, tiene grandes posibilidades de decaer si no se mantiene esa determinación, que pasa a depender más de quienes le apoyan o le guían que del propio individuo.

Sin embargo, el verdadero afianzamiento de un cambio de conducta, aquí con respecto a la nutrición y a la actividad física, solo llegara cuando la persona sea capaz de una autorregulación total, sin la vigilancia permanente de terceros.

Por eso, recomiendan trabajar bien la motivación de las personas durante todo el proceso, haciendo un esfuerzo especial a partir del momento en que son patentes los resultados. En esa línea, han comprobado que la motivación funciona mejor en el apartado físico que en el alimenticio, lo que sugiere la importancia del deporte para afianzar la transformación. El carácter progresivo de la práctica deportiva y la conquista de metas y resultados ayuda a impulsar el cambio hasta convertirlo en una conducta duradera.

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