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La importancia de los objetivos realistas en la pérdida de peso

Uno de los problemas que más afectan a las personas obesas o con sobrepeso elevado es la dificultad de establecer objetivos realistas a la hora de adelgazar. Por lo general, la dificultad se agrava en los casos de individuos que llevan mucho tiempo en esta situación y que han fracasado de formar recurrente a la hora de seguir una cura de adelgazamiento.

La solución no es sencilla. Por una parte, al realizar el diagnóstico médico, los especialistas determinamos con precisión el peso, la grasa corporal y el volumen que un paciente debe perder para lograr un estado de salud óptimo. A partir de ahí, intervienen variables como la edad, la motivación, o el nivel de ejercicio físico que se practica, entre otros factores. Estos dan lugar a que la prescripción facultativa pueda compensarse con objetivos más realistas y alcanzables, dentro de unos márgenes que el médico considere saludables para cada persona.

Y es que más allá del enfoque fisiológico y nutricional, se encuentra la dimensión psicológica. Una inmensa mayoría de las personas afectadas por la obesidad experimentan estados de ansiedad, frustración, o falta de autoestima, que les llevan a refugiarse en la comida. Su fragilidad psíquica suele ser uno de los grandes obstáculos para mantener un cambio de hábitos alimenticios en el largo plazo. Por tanto, en estos casos conviene fijar objetivos muy realistas y buscar una aproximación menos radical y más progresiva en relación con la pérdida de peso. De lo contrario, el índice de fracaso puede ser muy elevado.

Una reciente investigación apunta en esa línea. Pese a que los especialistas tendemos a prescribir un planteamiento que busque paralelamente la pérdida de peso y la mejora de las condiciones de salud, no solo el hecho de adelgazar lo máximo posible, hay un porcentaje importante de obesos que se obsesiona con metas de adelgazamiento muy exigentes. En consecuencia, la ausencia de una visión más global de la salud les conduce con mayor facilidad al abandono.

Entre ellos, según apunta el estudio, destacan las mujeres jóvenes, con un IMC elevado, que son las que mayor distancia presentan entre el peso real y el deseado. En muchos de esos casos, los investigadores han detectado situaciones de discriminación social y problemas de autoestima. Por lo general, parece que cuanta más es la insatisfacción con el propio cuerpo, más altos propósitos de pérdida se proponen. Se percibe que el exceso de peso es un impedimento para el éxito y la aceptación social y se busca una transformación tan radical que en el fondo resulta inalcanzable. Esta situación aboca a muchas personas a fracasar una y otra vez en sus estrategias de pérdida de peso y acrecienta los desórdenes alimenticios.

De acuerdo con ello, los autores de este estudio concluyen que es necesario un mayor acompañamiento del obeso en la vertiente psíquica. Hay que ayudarles a romper los estereotipos sobre la belleza, a aceptar las potencialidades de su cuerpo y a perseguir objetivos realistas, en los que el descenso de peso se integre en una mejora global de la salud.

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