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Los buenos hábitos ayudan a adelgazar

 

Las personas obesas o con sobrepeso nos pasamos la vida buscando la dieta definitiva que nos ayude a adelgazar para siempre. Lo cierto es que hay muchos regímenes válidos, con la condición de que se practiquen con el control médico adecuado. Y según avanza la investigación, cada vez contamos con mejores conocimientos y métodos para facilitar la pérdida de peso.

Sin embargo, estos planes de choque (puesto que cualquier dieta no es más que un plan de choque para revertir de inmediato una situación negativa) siempre tienen un límite de efectividad. Su éxito va necesariamente unido a que se produzca un cambio equivalente (radical o gradual) en la conducta del obeso. Ahí es donde falla la mayoría, porque tan importante es la aplicación rigurosa del régimen como el seguimiento de algunos hábitos fundamentales que nos ayuden a transformar para siempre nuestra compleja relación con la comida. Vamos a recordar algunos de ellos:

  • No debemos saltarnos ninguna comida. De acuerdo con el ritmo de vida actual, hemos de mantener las cinco ingestas diarias, repartidas en desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. Algunas de ellas serán más cuantiosas que otras, pero todas ellas son igual de importantes. Y obvia decir que si mantienes este ciclo, no es necesario comer entre horas, a no ser que quieras pasarte el día comiendo.
  • El tiempo para la comida es sagrado. Al igual que nos centramos en cualquier otra tarea, el momento de comer ha de ser tranquilo y ordenado. Incluso ha de estar envuelto en su propia ceremonia: preparar la mesa, sentarse correctamente, disfrutar de un momento de serenidad que nos ayuda a desconectar de las múltiples preocupaciones diarias.
  • El hábito del buen comer está reñido con la improvisación. Tenemos que planificar nuestros menús para equilibrar adecuadamente los tipos de alimentos, y realizar las combinaciones correctas según el momento del día y el gasto energético previsto. En general, tenemos que comer con el objetivo de quedarnos satisfechos, ni pesados por una comida copiosa, ni hambrientos, porque enseguida iremos a comer lo que no debemos.
  • Hemos de evitar las cenas abundantes. Nos conviene aprovechar esa hora para ingerir alimentos catabólicos (recuerda, los que nos ayudan a adelgazar) y dejar un tiempo suficiente antes de dormir. Varios estudios recientes inciden en la relación directa que parece existir entre las cenas excesivas y la tendencia al sobrepeso.
  • Hay que eliminar en lo posible los alimentos que nos aportan muchas calorías y pocos nutrientes. Es difícil resistirse a un dulce, pero los carbohidratos de acción rápida, el alcohol, las bebidas azucaradas, bollería y repostería solo deben formar parte de nuestra dieta en ocasiones especiales. Este hábito no solo es para cuando estamos propiamente a régimen. Es una norma general que tendríamos que cumplir todos. Este tipo de alimentos no nos hace ninguna falta.
  • Si las comidas son sagradas, el ejercicio no lo es menos. Muévete, muévete, muévete. ¿Acaso hemos nacido para ir de la silla al sofá y del sofá a la cama? Algo tan sencillo como caminar a diario es un auténtico antídoto contra la obesidad.

 

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