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La influencia de los genes en la capacidad atlética

pedro voltas genes y atletismo

Voy a empezar con una obviedad. Es evidente que no somos todos iguales. En lo que a la práctica deportiva se refiere, aunque llevemos el mismo programa de trabajo, comprobamos que cada persona muestra una evolución y rendimiento diferentes. ¿Por qué?

Por una parte, pese a que en apariencia tengamos la impresión, por ejemplo, de que estamos realizando un programa de entrenamiento en las mismas condiciones, lo cierto es que nunca lo hacemos igual. Hay quien se esfuerza más y quien trabaja menos, sea por voluntad o fruto de diversas circunstancias.

Por otra parte, no partimos del mismo estado de forma ni compartimos al cien por cien las condiciones físicas. Cada uno posee su propia naturaleza y antecedentes. Pero es que además, están las características genéticas, que parecen ser responsables de parte de las razones que ayudan a explicar por qué no tenemos la misma capacidad atlética.

Condicionantes como el estado de forma, la edad o el historial físico se pueden superar con programas muy personalizados. Pero por ahora, existe una barrera genética que actualmente es insalvable. Por ello, en los últimos años se han realizado diversas investigaciones para desentrañar las raíces genéticas de la diferencia atlética y, en el futuro, diseñar terapias que puedan modificar las condiciones de partida.

La primera conclusión que han alcanzado los estudios es que, efectivamente, la genética influye en las potencialidades deportivas de las personas. A muchos les parecerá una afirmación que el propio sentido común nos apunta sin necesidad de hacer pruebas, pero es importante que cuente con el aval de la evidencia científica para que podamos descubrir vías de cambiar la influencia de la genética.

En ese sentido, se están llevando a cabo experimentos con otras especies para conocer qué procesos ocurren exactamente, con el fin de saber por qué unos individuos progresan más rápida y eficazmente que otros a través del mismo plan de trabajo y bajo similar situación de partida.

Por ejemplo, un trabajo reciente realizado con ratas ha descubierto que algunas de ellas muestran menos capacidad atlética porque su corazón no progresa adecuadamente al ritmo del ejercicio físico. La actividad física no les lleva a que su corazón se adapte (sea más grande y fuerte) para dar respuesta a una mayor exigencia atlética. Y por lo tanto, a pesar del ejercicio, no mejoran su estado.

¿Qué interviene para que su evolución sea diferente? Los investigadores han descubierto que hay más de 360 genes que actúan de manera distinta en los individuos analizados. Algunos de ellos participan en el crecimiento de las células del corazón y causan las variadas respuestas ante el ejercicio.

Dado que los seres humanos comparten muchos de esos genes, los autores del estudio sostienen que es probable que se produzcan diferencias similares, pero todavía esta pendiente de comprobarlo empíricamente en nuestro organismo.

De todos modos, aunque tus amigos corran más que tú, no dejes de hacer ejercicio. En términos generales, sigue siendo saludable para todos.

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