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síndrome metabólico

La eficacia del ejercicio aeróbico para prevenir el síndrome metabólico

Una de las peores consecuencias del sobrepeso y la obesidad a largo plazo es la mayor disposición a padecer una o varias de las enfermedades que se asocian al llamado síndrome metábolico

Se identifica comúnmente con la diabetes, hipertensión, ateroesclerosis o patologías vasculares, aunque la lista de enfermedades crece en la medida en que avanzamos en la investigación sobre las relaciones entre la obesidad y otras dolencias.

Los especialistas estamos preocupados porque aumenta el número de personas adultas, sobre todo a partir de los cuarenta años, propensas a padecer el síndrome, en el que además de la obesidad, desempeña un papel relevante el sedentarismo.

La falta de ejercicio contribuye a agudizar los problemas del organismo para cargar con el exceso de grasa. Y al mismo tiempo, para quienessufren alguna de las patologías, la práctica deportiva es esencial para recuperar la salud.

¿Y qué tipo de deporte es más recomendable para prevenir el síndrome metabólico? ¿Aeróbico? ¿Anaeróbico? ¿Una combinación de ambos? En general, a la hora de seguir un programa de entrenamiento regular, lo lógico es seguir un plan que combine los dos tipos de ejercicio. No obstante, con respecto al síndrome metabólico, parece que un tipo es más eficaz que otro.

Así lo ha detectado un grupo de investigadores, que realizó un experimento con medio millar de varones, divididos en grupos, a los que se asignó diferentes planes de ejercicio: unos en los que dominaba el trabajo cardiovascular (aeróbico) y otros en los se hacía énfasis en el trabajo de fuerza (anaeróbico).

Después de analizar su estado físico y su situación respecto de padecer el síndrome metabólico, y someterlos al entrenamiento, los expertos descubrieron que los grupos que se ha basado en deporte aeróbico redujeron de forma más significativa su riesgo de padecer el síndrome metabólico que los grupos que practicaban más actividad anaeróbica. En concreto, los del grupo de ejercicio más aeróbico presentaban un riesgo diez veces menor que los que hicieron en menos proporción ese tipo de deporte.

Sin embargo, no pudieron probar que el entrenamiento anaeróbico intenso tuviera efectos similares en la reducción del riesgo metabólico. Más allá de confirmar que el deporte de fuerza contribuye en general a alejar el peligro, la conclusión es que la actividad cardiovascular parece más efectiva para luchar contra el síndrome.

Por lo tanto, si eres menor de cuarenta años y tienes posible tendencia a padecer en el futuro alguna de las enfermedades del síndrome metabólico, de acuerdo con los indicadores (importante volumen de grasa abdominal, niveles elevados de colesterol, azúcar o trigilicéridos, tensión alta, herencia genética), cabe pensar que la actividad cardiovascular puede ser más efectiva a corto plazo.

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