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La dieta de los atletas, ¿más carbohidratos o más grasa?

pedro voltas grasas o carbohidratos

En el campo de la nutrición deportiva siempre se ha manejado el lugar común de que los atletas deben mantener una dieta alta en carbohidratos, especialmente antes de las competiciones, para dotar al organismo de la energía necesaria para impulsar un máximo rendimiento.

Sin embargo, la investigación científica reciente pone en cuestión esta máxima y sugiere abrirse a otros puntos de vista. Por ejemplo, hay estudios que apuntan a que no hay que descartar el papel de la grasa como combustible del cuerpo para situaciones de alta exigencia. Es decir, que cabe la posibilidad de introducir dietas bajas en carbohidratos en los deportistas para incentivar al organismo a que haga uso de la grasa del cuerpo como componente energético.

La idea parte de la base de que cualquier ser humano acumula habitualmente mucha más grasa que glucógeno, el recurso energético resultante de la ingesta de carbohidratos, que solo se almacena en los músculos y en el hígado. Por tanto, si se consigue que el metabolismo recurra a la grasa en situaciones de gran esfuerzo físico, los atletas cuentan con un recurso más abundante.

Sin embargo, este planteamiento se encuentra con un obstáculo. En circunstancias normales, el cuerpo humano recurre siempre primero al glucógeno, y solo acude a la grasa cuando se terminan las reservas de este y el ejercicio se prolonga durante mucho tiempo. Por ejemplo, esa es la razón por la que a las personas con sobrepeso se les pide que realicen deportes de larga duración, aunque sean de intensidad moderada, con el propósito de que comiencen a quemar grasas.

En todo caso, no es fácil conseguir que la grasa se convierta en el combustible, puesto que existe predisposición genética a explotarla solo cuando no hay otro remedio. No obstante, afirman algunos científicos que si se consigue variar el funcionamiento del metabolismo para que recurra a la grasa, nos encontramos con una reserva notable para el atleta y, además, evitamos que consuma un exceso de carbohidratos de acción rápida. Sabéis que no es algo recomendable para la salud, y aunque los atletas lo hagan en determinadas circunstancias, a la larga tampoco sería beneficioso para su organismo.

Por ahora, el recurso sistemático a la grasa parece ser solo factible en aquellos deportistas que realizan pruebas con pruebas de larga duración, como un maratón o las etapas ciclistas. En otro tipo de casos parece necesario investigar y aplicar nuevas estrategias dietéticas en las que se considera introducir un mayor porcentaje de grasas, como un modo de animar al cuerpo a recurrir a ellas como fuente de energía.

Si recordáis, este planteamiento está detrás de algunos trabajos que sugieren que la ingesta de lípidos no es tan perjudicial para la salud como se ha sostenido durante décadas. Más al contrario, defiende que es preferible incrementar el consumo de grasas en detrimento de los alimentos del alto índice glucémico, que son los verdaderos causantes de la pandemia de obesidad. En este punto, es importante distinguir entre los alimentos ricos en grasas y la acumulación de grasa propia por parte del individuo.

Que un alimento sea rico en grasa no quiere decir que necesariamente induzca a generar células adiposas en el organismo. Evidentemente, puede ser un ingrediente más del sobrepeso, pero no el único. El balance calórico, la mayor o menor resistencia a la insulina, la actividad física, y la ingesta de otros nutrientes, como glúcidos o proteínas, también intervienen. Otra cosa distinta es el efecto nocivo que un exceso de comidas grasas pueda tener sobre determinados órganos, lo que siempre nos inclina a recomendar que la alimentación sea siempre rica, variada, equilibrada y moderada.

El debate está abierto y las estrategias nutricionales se abren cada vez más. Por ello, no debemos dejarnos guiar por las ideas preconcebidas y hemos estar al tanto de los nuevos descubrimientos. Estar bien informado es una de las claves para conservar una buena salud.

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