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Fatiga y mentalización

He puesto un titular quizá algo enigmático porque el tema también lo es.  ¿Quién decide que tenemos que parar cuando estamos haciendo ejercicio? ¿Nuestros músculos o nuestro cerebro?

Todavía no tenemos un conocimiento completo de lo que marca el límite en nuestro esfuerzo físico. Por un parte, parece que la sensación de estar exhaustos, de no poder continuar obedece, por decirlo coloquialmente, a la falta de combustible.

Nuestros músculos se han quedado sin recursos para seguir realizando el esfuerzo. Sin embargo, también nos encontramos a veces con personas que prolongan el tiempo de ejercicio hasta umbrales que nos parecen sobrehumanos. De hecho, sabemos que los individuos podemos «sacar fuerzas de donde no tenemos» en situaciones límite.

¿Qué determina la aparición de la fatiga?

Por tanto, existe un espacio desconocido a la hora de identificar al último responsable de nuestra fatiga. A la medicina deportiva le interesa mucho despejar esta incógnita. Por un lado, porque ayudaría a mejorar los programas de entrenamiento de los deportistas de élite. La competición quiere siempre cruzar las fronteras.

Y, al mismo tiempo, para cualquier practicante de una disciplina deportiva es muy necesario conocerse muy bien para no superar los propios límites, evitar accidentes y, por qué no, progresar en su entrenamiento.

En esta línea estuvieron trabajando un grupo de investigadores de la Universidad de Kent. En un estudio  apuntan que en la aparición de la fatiga no solo intervienen factores biológicos, sino también aspectos psicológicos como la motivación, o dicho de forma más concreta, la mentalización. En esta cuestión también ahonda otro trabajo publicado en la Revista Andaluza de Medicina del Deporte.

Para llegar a esta conclusión reunieron en un experimento a 24 deportistas habituales. En primer lugar, los sometieron a todos a la misma prueba de esfuerzo para establecer el momento de aparición de la fatiga y el abandono del ejercicio.

Después, los dividieron en dos grupos. A los componentes del primer grupo les pidieron que siguieran con su rutina de entrenamiento. A los del segundo grupo se les pidió que añadieran a su plan de trabajo varias técnicas de mentalización, centradas en autoexigirse siempre un poco más de esfuerzo en cada sesión. A los dos grupos les convocaron para una nueva prueba al cabo de un tiempo.

Trabajar la mentalización

Cuando se celebró la segunda prueba, los investigadores constataron que quienes no habían hecho ningún cambio en su entrenamiento mostraron los signos de fatiga casi al mismo tiempo que la primera vez. Por el contrario, el grupo que había trabajado la mentalización superó los límites de la prueba inicial y llegó a umbrales de esfuerzo mucho más exigentes.

Por ello, los autores del análisis consideran que el enfoque psicobiológico es el más adecuado para determinar los desencadenantes de la fatiga y el abandono del ejercicio. En ese sentido, apoya la tesis de que la motivación y la mentalización son cuestiones que hay que incorporar con más regularidad a los planes de entrenamiento. No solo hay que poner a tono los músculos, sino también el cerebro.

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