A menudo, nos encontramos con personas que padecen determinadas enfermedades, como la artritis, la hipertensión, la diabetes o la apnea del sueño, que suelen tener origen o una relación muy directa con la obesidad.
Ante esta situación, hay especialistas que optan por abordar primero las patologías y después, en su caso, la obesidad. Incluso, algunos prefieren ignorar esta enfermedad, con lo que las dolencias asociadas se convierten en crónicas.
En los últimos tiempos, surgen planteamientos en los se aboga por atacar primero a la obesidad, entendiendo que es la causa principal o el mayor agravante. Se argumenta que, al descender de peso de forma drástica, mejora notablemente la condición física y las patologías asociadas se mitigan o, incluso, desaparecen. Con lo cual, deja de ser necesario recurrir a otros tratamientos.
En el fondo de este debate está la cuestión de si se deben combatir este tipo de enfermedades solo a base de fármacos o mediante métodos naturales que necesariamente comportan un cambio radical en el estilo de vida.
La aparición de los nuevos medicamentos contra el sobrepeso tiene mucho que ver en la controversia, porque da la impresión de con su uso no se termina de abordar el problema, sino solo paliarlo o neutralizarlo durante un período.
Las primeras investigaciones, ya que estamos en una fase primaria en la utilización de este tipo de medicinas, sugieren que a medio plazo regresará el problema si el tratamiento farmacológico no se acompaña de otras terapias, y de forma más dramática aún.
¡Difícil decisión! Por un lado, constatamos que la pandemia de obesidad no remite, sino al contrario, y que el sistema de salud necesita aplicar medidas de efecto inmediato para conseguir que no sigan incrementándose las patologías asociadas.
Por otra parte, corremos el riesgo de cierta banalización de la enfermedad. En vez de tratar de erradicar las causas del sobrepeso, que en la mayoría de las personas obedece a unos hábitos inadecuados, incentivamos a que periódicamente se realicen curas de adelgazamiento mediante fármacos, cuyo efecto es limitado en el tiempo y, además, pueden tener efectos secundarios.