Por una parte, hay deportistas que tienen un IMC superior a 25 y, sin embargo, su porcentaje de grasa es bajo y no presentan obesidad en absoluto. Y, en cambio, cada vez hay más individuos con un IMC inferior a 25 que tienen un porcentaje de grasa superior al 30%.
Por ejemplo, un reciente estudio realizado en Brasil ha descubierto una proporción significativa de mujeres de 30 años que presentan obesidad y pesan dentro de lo que se considera aceptable según su altura.
Una nueva investigación presentada en el Congreso Internacional sobre Obesidad de este año muestra que, entre una muestra de mujeres brasileñas con peso normal, dos tercios (67%) están experimentando un fenómeno llamado “obesidad de peso normal”, en el cual, a pesar de estar en el rango normal de índice de masa corporal (IMC), tienen un porcentaje de grasa corporal muy alto, del 30% o más.
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Por tanto, si bien el IMC resulta un indicador orientativo en circunstancias normales, hay que tener en cuenta otros factores, como el volumen de tejido graso y las condiciones de la vida de cualquier persona.
Y, en consecuencia, el abordaje de la enfermedad ha de tener en cuenta diversos factores y personalizarse todo lo posible. Los patrones generales funcionan, pero pueden ser insuficientes.