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Las dietas de los famosos y otras recomendaciones sobre salud y bienestar

Hace unas semanas hubo bastante polémica en la televisión a raíz de las afirmaciones de una famosa presentadora sobre los beneficios del no menos célebre libro sobre alimentación saludable. La discusión, que se agrió por las acusaciones personales, vuelve a incidir de nuevo en la importancia del rigor en la comunicación sobre hechos médicos y científicos.

Reconozco que la situación puede ser contradictoria. Por una parte, todos los los profesionales sanitarios somos conscientes de la necesidad de instruir a los ciudadanos sobre el cuidado de su salud. Sabemos que la información de calidad es clave en la toma de conciencia y en una participación activa en la prevención de las enfermedades. Pero por otro lado, el inmenso caudal de información del que disponemos hoy día, tanto a través de Internet como por otros medios, conduce a la peligrosa creencia de que cualquiera puede aprender sobre medicina y tomar decisiones acerca de su salud sin contar con un especialista que le señale claramente el camino que debe seguir, tras un adecuado diagnóstico.

Por desgracia, hay no pocos casos de individuos que han agravado su ya de por sí seria enfermedad al decidirse por terapias alternativas basadas en las enseñanzas de supuestos expertos. Pero en un plano más en principio leve, como es el de las dietas, los médicos y nutricionistas competimos con ejércitos de «expertos», «pseudocientíficos» o, como en el caso citado, famosos, que pontifican sobre el adelgazamiento con fórmulas milagrosas, hábitos poco contrastados o regímenes demenciales. Su éxito, aunque efímero, suele ser notorio, pero desde luego su sentido de la responsabilidad no está a la altura.

¿Cuál es resultado? En primer lugar, que las personas rara vez alcanzan sus objetivos, y si lo consiguen, a veces a costa de su salud. Y en segundo lugar, se genera una gran frustración, particularmente en quienes padecen un sobrepeso elevado u obesidad. Acaban siendo víctimas de los «éxitos» sucesivos que aparecen en el mercado y prueban todo tipo de fórmulas que a menudo terminan en el fracaso.

Porque no es lo mismo que siga estos consejos una persona que solo quiere perder dos o tres kilos después de una época de excesos, que quien sufre la patología de la obesidad. Como hemos dicho y diremos, se trata de una enfermedad que solo tiene cura con el tratamiento prescrito por un profesional, que tendrá en cuenta la salud individual, los antecedentes familiares, los factores de riesgo, los hábitos alimenticios, o el estado emocional, entre otros muchos factores que los especialistas analizamos y combinamos para hallar una terapia personalizada, que se ajusta tanto a las variables fisiológicas del paciente como a su edad y a su psicología.

Con estas afirmaciones no deseo desacreditar el trabajo de divulgación, ni siquiera la experiencia personal de alguien que con su testimonio quiere ayudar a los demás. Con la perspectiva adecuada, un gran número de aportaciones pueden ser válidas, ya que abundan en temas que hecho son tratadas por la ciencia, como el papel del ejercicio físico, la conveniencia de no abusar de los azúcares o los alimentos procesados, o la importancia de comer con moderación o llevar una dieta variada. Pero no debemos perder nunca la conexión con el verdadero especialista, que basa su trabajo en la investigación científica y en su bagaje académico. Incluso, debemos pensar que hasta en el ámbito científico hay muchos aspectos controvertidos sobre la nutrición y el deporte que son objeto de debate constante en los foros profesionales y las publicaciones académicas.

Si realmente necesitas adelgazar o pretendes transformar tu estilo de vida, mi recomendación es que acudas a la consulta de un profesional.

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