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¿Dieta hipocalórica o dieta disociada? (I)

dieta hipocalorica o disociada

Como terapeuta, la experiencia práctica de muchos años me ha ayudado a diseñar dietas eficaces para ayudar a mis pacientes adelgazar a largo plazo y conseguir que no vuelvan a sufrir de sobrepeso. Al igual que otros muchos especialistas, me he guiado por lo que aporta la ciencia médica, que en cuestiones como la obesidad evoluciona con mucha rapidez, y por mi propia experiencia. Al hilo de los de nuevos hallazgos y según el efecto en las personas, he ido mejorando los tratamientos y desarrollando mi propio método de adelgazar. Lo que más me ha preocupado siempre han sido dos cuestiones:

  • Que la pérdida de peso se centrara en la eliminación de la grasa, no en el deterioro de la masa muscular.
  • Que la cura de adelgazamiento sea un paso en la transición hacia un estilo vida nuevo, en el que los pacientes mantienen a raya el sobrepeso y practican de forma regular una actividad deportiva. Por este motivo, además de programas de dietética y nutrición, en nuestro centro médico ofrecemos programas de entrenamiento deportivo. Realmente, no concibo una terapia sin la otra, ya que las dos unidas me parecen la clave para un auténtico bienestar físico y mental.

Con respecto a las dietas, los médicos hemos trabajado con dos grandes corrientes de investigación científica. Por un lado, la que señala que la base para adelgazar está en equilibrar el balance energético de nuestro cuerpo. Parte de la idea de que las personas engordan porque ingieren más alimentos (más calorías) de las que necesitan, algo que a menudo va unido a que llevan una vida muy sedentaria. De acuerdo con esta hipótesis, si queremos perder peso, debemos reducir la cantidad de alimentos y aumentar nuestra actividad física. Ha dado lugar a las dietas restrictivas, muy bajas en calorías, que suponen un auténtico suplicio para muchos obesos, incapaces de mantenerse a medio plazo con un régimen alimenticio muy exigente.
Por otra parte, tenemos la hipótesis de que no todos los alimentos tienen el mismo efecto en el organismo. Hay nutrientes que pueden activar la acumulación de grasa, ya que, por decirlo de algún modo, existen determinados mecanismos en el cuerpo humano que nos llevan a almacenarla. Como hemos comentado en otras ocasiones, es el caso de los carbohidratos de alto índice glucémico (ricos en azúcares, que se absorben con rapidez), que disparan la acción de la insulina y causan la generación de reservas de grasa. La respuesta de los individuos a los carbohidratos es diferente. Hay personas que tienen una mayor tendencia que otras a acumular tejido adiposo. Algunos especialistas han denominado a este fenómeno lipofilia. Incluso, por causas que tienen que ver con la genética, los seres humanos hemos desarrollado cierta capacidad de almacenar grasa para momentos de escasez. El problema está en que, salvo desgraciadas excepciones, no tenemos dificultades para acceder a los alimentos, en especial a los carbohidratos que más engordan, que son precisamente sobre los que más promociona su consumo la industria alimentaria.
Esta segunda corriente es la que ha dado lugar a la aparición de dietas en las que la clave está en no ingerir determinados alimentos, sin dar tanta importancia al balance energético.
¿Cuál de las dos corrientes es más válida? Yo creo que no estamos en condiciones de afirmar que es mejor seguir dietas hipocalóricas o dietas disociadas. En ambos casos podemos encontrar ideas válidas para aplicar a programas de adelgazamiento. E, igualmente, efectos peligrosos si tomamos demasiado al pie de la letra las consignas de los variados regímenes que surgen de una y otra línea de investigación. En el siguiente post me extenderé en la argumentación. Que tengáis una feliz semana.

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