Lo deseable es que el tiempo se reparta de forma equitativa a lo largo de la semana.
Consideramos que, en términos generales, una rutina habitual es más efectiva a la hora de establecer una progresión en el entrenamiento, evita que pasen muchos días sin hacer ejercicio y puede ayudar a prevenir lesiones, sobre todo si el ejercicio es intenso.
Por otra parte, cabe pensar que el deporte continuado tendrá consecuencias más positivas en cuanto a flexibilidad y tonificación del cuerpo, y ayudará a gestionar mejor tanto la alimentación como el estrés. Sin entrar en argumentos científicos, un trabajo regular parece más recomendable que uno irregular.
Ahora bien, sabemos que, en todo caso, aunque solo se practique deporte uno o dos días a la semana, siempre es mejor que una vida completamente sedentaria. De hecho, la actividad de sábado y domingo es seguida por muchas personas de mediana edad que manifiestan no tener tiempo entre semana para hacer ejercicio. Por lo que indican los estudios, es una dinámica sobre todo seguida por varones a partir de 40 años. Durante los días de trabajo no realizan ningún deporte, y el sábado o el domingo se apuntan a actividades muy intensas, como puede ser la montaña, el esquí (en invierno) los juegos de equipo (fútbol, baloncesto) o el ciclismo.
Como hemos señalado, esta fórmula puede ser fuente de lesiones y no contribuye tanto a eliminar la tensión del mundo moderno. Pero más allá, los especialistas se han preguntado si es igual de eficaz a la hora de prevenir enfermedades o la muerte prematura. Hay mucho camino que recorrer en la investigación para poder determinar cuál de las dos vías resulta más efectiva. La ventaja, como hemos señalado en otras ocasiones, es que cada vez disponemos de más información estadística de los ciudadanos a lo largo de varios años.
De hecho, los estudios realizados sobre determinados colectivos en un período de varios años, señalan que, por una parte, quienes realizan ejercicio presentaban una reducción significativa en el riesgo de muerte prematura o de enfermedad cardiovascular frente a los que llevan una vida sedentaria.
Esta evidencia no da grandes sorpresas con respecto a lo que ya sabemos acerca de los beneficios del deporte. Sin embargo, las investigaciones también confirman que se produce una mejora en la misma proporción en personas de actividad física frecuente que en las de menos periodicidad.
Hay indicios de que una mayor frecuencia es más beneficiosa para prevenir la diabetes de tipo 2 y que es probable que haya otras ventajas. Por ejemplo, el mantenimiento de la capacidad aeróbica, pues sabemos que esta desciende tras cuatro días de inactividad. En todo caso, la conclusión principal, una vez más, es que el deporte marca la diferencia a partir de la mediana edad.
No dejes de practicarlo, y si lo tienes abandonado, ¿a qué esperas para empezar mañana mismo?