El ejercicio físico regular tiene que formar parte de nuestra vida, sin excusas. Para no perder agilidad, mantener el tono muscular, cuidar la salud cardiovascular y hallar un mayor grado de estabilidad mental. Aunque pensemos lo contrario, no estamos diseñados para quedarnos sentados todo el día.
Hay que recuperar el hábito, porque la inmensa mayoría de las personas menores de sesenta años se han ejercitado con regularidad en su infancia y adolescencia. Luego, de repente, lo dejan de lado, cuando cada vez son más evidentes los beneficios del deporte moderado.
Se trata de empezar poco a poco, y para ello, conviene recordar algunos consejos:
- Elige actividades que te gusten y que tu organismo se pueda permitir a corto plazo. Ya habrá tiempo de rutinas más exigentes.
- Márcate el objetivo de 150 minutos de actividad física a la semana, teniendo en cuenta que no todo ello ha de ser ejercicio intenso. Caminar a buen paso puede uno de ellos.
- No olvides los ejercicios de fuerza. Al principio, lo más sencillo es trabajar con tu propio cuerpo, sin elementos añadidos.
- Aplica un plan de entrenamiento adaptado a tu edad, estado físico y motivaciones.
- Incorpora el deporte a tu rutina de vida, como tantas otras cosas que hacemos en la vida. ¡No queda otra!
Porque lo más importante es recordar que con la actividad física, además de encontrarte mejor, estás invirtiendo de forma preventiva en salud. Reducirás el impacto de posibles patologías e incluso evitarás enfermedades conforme vayas cumpliendo años. Y no es un simple deseo, es una evidencia científica que cada vez encuentra más confirmación en las investigaciones.