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El peligro de la obesidad en la infancia

Dieta infantil sana

Uno de los aspectos más alarmantes de la epidemia de obesidad que sufre el mundo está en que han aumentado significativamente los índices de sobrepeso infantil. Debido a una combinación de herencia genética, malos hábitos alimenticios y falta de actividad física, cada vez son más los niños y niñas que presentan exceso de peso desde la más corta edad. Además de los problemas de salud y psicológicos que su estado les puede causar en sus primeros años, la consecuencia más grave es que buena parte de esos menores padecerán obesidad en su vida adulta.

La tesis encuentra cada vez más apoyo en la investigación médica. Esta semana se publica un nuevo estudio en la revista New England Journal of Medicine en el que se ha analizado la evolución del peso de más 7.000 menores en Estados Unidos. La conclusión más clara a la que llegan los expertos es que un tercio de aquellos que presentan sobrepeso en la primera infancia, lo mantienen e incluso lo agravan al comienzo de la adolescencia. Esto nos indica que la obesidad se fija ya en las primeras etapas de la vida, por lo que los tratamientos para evitarlo deben empezar desde la guardería.

Quizá esta recomendación nos parezca excesiva, pero de hecho, el estudio muestra que pese a que durante la educación primaria ya se introducen de forma general políticas de dieta saludable, estas llegan tarde para una parte de los menores. La investigación ha comprobado que alrededor de un 33 por ciento de los niños y niñas con sobrepeso no consigue corregir el problema entre los seis y los doce años. Y una vez entrada la adolescencia, el sobrepeso se convierte en un patrón permanente que les acompaña durante toda la vida adulta.

En el estudio no se han encontrado claras razones por las que los pequeños sufren de exceso de peso a tan corta edad. Los autores consideran que interviene una mezcla de predisposición genética a la acumulación de grasa y un entorno social y familiar que incentiva a sobrealimentarse. Gracias a los programas de dieta saludable de los centros educativos se consigue rescatar del círculo vicioso a un importante porcentaje de menores, pero el artículo sugiere que es necesario intervenir antes de ese período para frenar la escalada de obesidad.

Esta conclusión tiene una consecuencia lógica para los progenitores. Debemos ser capaces de introducir los hábitos saludables desde el propio entorno familiar. Más allá del control riguroso que ejercen los pediatras en los primeros años, nosotros somos los primeros responsables a la hora de alimentar a nuestros hijos y mostrarles el camino de la alimentación equilibrada. Soy consciente de que el entorno no nos lo pone fácil, pero vale la pena esforzarse en ello.

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