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Obesidad y esperanza de vida

A estas alturas, la evidencia científica ha mostrado numerosos resultados sobre las penosas consecuencias del sobrepeso y la obesidad en la salud de las personas, especialmente a partir de la mediana edad.

Se han confirmado patologías relacionadas con el sistema óseo, el circulatorio y, por supuesto, el digestivo. Incluso, existen claros indicios de la influencia de esta enfermedad en la aparición de algunos tipos de cáncer. No obstante, como muchas personas con kilos de más parecen llevar una vida relativamente estable, sin incidencias graves, hasta que alcanzan la vejez, todavía se tienden a minusvalorar los efectos de la obesidad.

En cierta medida, ocurre lo mismo que con otras dolencias de honda penetración social, como el tabaquismo y el alcoholismo, cuya presencia se tolera más de lo necesario por razones de índole social y cultural, aparte de económica, pese a que se conocer perfectamente los nocivos efectos de normalizar y, en su caso, abusar, del consumo de tabaco y de alcohol.

La cuestión es que todo suma, y la falta de hábitos saludables, en el que debemos incluir también la práctica deportiva, termina pasando factura a la cantidad y a la calidad de vida. Digo cantidad y calidad porque son variables que debemos manejar a la hora de valorar la salud de las personas.

El efecto del IMC en la calidad de vida

De hecho, con respecto a la obesidad, todavía hay un debate no concluido sobre los límites tolerables del sobrepeso. Tomando como referencia el Índice de Masa Corporal (IMC), no queda claro si las personas con un IMC entre 25 y 29, sufren un impacto evidente en la longevidad. No obstante, sí parece afectarles con claridad a la calidad de vida, sobre todo cuando llegan a la vejez.

Un nuevo estudio publicado por la Sociedad Americana de Estados Unidos, realizado sobre la evolución de la salud de un colectivo de casi 30.000 personas en un período de 30 años, ha comprobado que la tendencia a padecer enfermedades es superior en las personas con sobrepeso y obesidad frente a quienes se mantienen entre los límites del peso normal. No obstante, también se constata que la esperanza de vida no cambia sustancialmente entre personas con sobrepeso y normopeso. Por el contrario, sí es bien evidente que la obesidad reduce la longevidad en el grupo analizado.

Por ello comento la cuestión de la calidad de vida. El trabajo es concluyente en cuanto a la peor calidad de vida de las personas con sobrepeso y obesidad. Es una prueba, otra más, que nos confirma la necesidad de luchar individual y colectivamente contra esta otra pandemia, que lleva una evolución ascendente desde hace muchos años.

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