Según un estudio publicado en The Lancet con datos de 200 países, en 2023 se diagnosticaron 18,5 millones de nuevos casos, el doble que en 1990, y la previsión es que en 2050 esa cifra aumente un 61%.
Uno de los hallazgos más relevantes de esta investigación es que el 42% de las muertes por cáncer están vinculadas a factores de riesgo evitables, entre ellos el tabaco, el alcohol, la dieta poco saludable, el sedentarismo y, de forma muy significativa, la obesidad.
La obesidad, definida como un índice de masa corporal (IMC) superior a 30, no es solo un problema estético o metabólico: constituye un terreno fértil para el desarrollo de numerosos tipos de cáncer. Estudios epidemiológicos han confirmado su asociación con tumores de mama, colon, páncreas, hígado, riñón, ovario, tiroides y útero, entre otros.
El exceso de tejido adiposo provoca un estado inflamatorio crónico, alteraciones hormonales (como niveles elevados de estrógenos e insulina) y resistencia a la insulina, condiciones que favorecen la proliferación celular y el daño en el ADN.
Un aspecto que preocupa especialmente a los oncólogos es el aumento de ciertos tumores en adultos menores de 50 años, como los colorrectales. Se señala que este fenómeno podría estar relacionado con cambios en la microbiota intestinal inducidos por dietas ricas en ultraprocesados y pobres en fibra, frutas y verduras. La obesidad, junto con los hábitos dietéticos poco saludables, parece ser uno de los motores de esta tendencia.
Alimentación: la primera línea de prevención
Adoptar una dieta equilibrada es fundamental para reducir el riesgo de obesidad y, por ende, de cáncer. Entre las principales recomendaciones:
- Aumentar el consumo de fibra (frutas, verduras, legumbres y cereales integrales), que protege frente al cáncer de colon.
- Reducir la ingesta de carnes procesadas y rojas, cuyo exceso está relacionado con tumores digestivos.
- Moderar la sal y el azúcar para evitar hipertensión, obesidad y alteraciones metabólicas.
- Incorporar alimentos ricos en calcio y vitamina D, asociados a la prevención del cáncer colorrectal y de próstata.
- Optar por patrones dietéticos saludables, como la dieta mediterránea, que han mostrado beneficios en la reducción de incidencia de cáncer y enfermedades cardiovasculare
Sustancias nocivas: tabaco y alcohol
El tabaco sigue siendo responsable de una de cada cinco muertes por cáncer, pero no podemos ignorar el papel del alcohol. El consumo elevado está vinculado con tumores de boca, laringe, esófago, hígado y mama. La recomendación científica es clara: cuanto menos, mejor, y lo ideal sería evitar su consumo.
El papel del ejercicio físico
El sedentarismo es otro factor que incrementa el riesgo. La actividad física regular ayuda a controlar el peso corporal, mejora la sensibilidad a la insulina y reduce la inflamación. La Organización Mundial de la Salud recomienda al menos 150 minutos de actividad moderada a la semana, como caminar a paso rápido, nadar o montar en bicicleta, y añadir ejercicios de fuerza dos veces por semana.
El cáncer no puede prevenirse en todos los casos, pero la evidencia científica demuestra que una parte importante sí puede evitarse con cambios en el estilo de vida. El estudio de The Lancet y las recomendaciones de sociedades científicas subrayan la urgencia de actuar desde la infancia para crear generaciones más saludables.
Evitar la obesidad, no fumar, moderar o eliminar el alcohol, llevar una dieta rica en alimentos naturales y mantenerse físicamente activo son medidas efectivas para reducir no solo la incidencia de cáncer, sino también otras enfermedades crónicas.