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Usar la báscula con frecuencia y ver la evolución nos ayuda a controlar nuestro peso

La gran mayoría de las personas con sobrepeso tienen una difícil relación con la báscula. A menudo, sobre todo cuando saben que les va a dar malas noticias, retrasan día tras día el momento de pesarse, lo que tiene aún consecuencias peores.

A todos nos pasa de vez en cuando en determinadas épocas, como la pasada Navidad, en que los excesos siempre conllevan un aumento de peso. Muchos nos controlaríamos en los atracones navideños si después si al día siguiente del festín usáramos la báscula.

De hecho, siempre hay un antes y un después tras el momento de pesarse. Caen en la cuenta de que por fin tienen que ponerse a dieta y también piensan que si lo hubieran hecho antes, ahora a lo mejor no tendrían que adelgazar tantos kilos.

Y es que un gesto tan sencillo y ordinario como ducharse o lavarse los dientes puede ser una eficaz barrera contra el exceso de peso. Si recurrimos con frecuencia a la báscula, a diario o con cierta frecuencia, somos más conscientes de los cambios de nuestro cuerpo y nos sentimos más motivados a no excedernos en el día a día.

Por ejemplo, si compruebo que un fin de semana de celebraciones me ha hecho ganar un kilo y medio, seguro que durante la semana procuraré cuidarme para que ese suplemento de grasa no se acumule de forma permanente. Por el contrario, si eludo enfrentarme con la báscula, a lo mejor la semana siguiente ya no serán uno y medio, sino dos.

Al fin y al cabo, la báscula no es más que un simple testigo que nos indica cuál es nuestra relación con la comida y si estamos logrando un adecuado equilibrio entre la alimentación y el gasto energético.

Es cierto que las cosas pueden cambiar cuando estamos a dieta. Hay especialistas que consideran que durante este período es recomendable pesarse solo una vez a la semana. Porque si lo hacemos a diario, podemos frustrarnos un poco. Hay días del régimen en los que pierdes bastantes gramos y jornadas en los que tu organismo se resiste. Y ello no solo obedece solo a cómo hayas llevado la alimentación o el ejercicio físico, sino también a otros factores.

En un proceso de adelgazamiento, el objetivo es perder entre 1 y 2 kilos a la semana, según el grado de obesidad y las condiciones de cada persona. Por eso, quizá no parece tan aconsejable pesarse a diario, aunque hay quien sostiene que cuanto mejor conozcas la situación en la que te encuentras, más realista serás con tu dieta.

Sin embargo, una vez que hemos alcanzado el objetivo y entramos en la temida fase del retorno a la normalidad, el pesarse a diario puede convertirse en el gran aliado del mantenimiento. Como sabéis, muchos pacientes con sobrepeso habitual en su vida fracasan casi siempre en esta etapa, porque piensan erróneamente que pueden comer igual que cuando pesaban muchos kilos más. En realidad, jamás han de volver a comer como antes, pues aquel estilo de vida fue el que les llevó al desorden. Pero somos muy confiados y caemos con facilidad en el error.

Frecuencia de control del peso

El control diario puede convertirse entonces en un buen compañero, en la alarma que nos avisa de que estamos volviendo al camino equivocado. Hoy existen numerosos recursos para llevar ese control, como las aplicaciones de los móviles con las que podemos registrar nuestro peso junto a otras variables, como la actividad física o el ritmo cardíaco. O siempre podemos recurrir a una hoja de cálculo o al boli y al papel de siempre.

En cualquier caso, lo importante es vigilar nuestro peso con cierta frecuencia porque está demostrado que tiene efectos positivos para mantenerlo. Así lo confirmaba un experimento que se llevó a cabo en Estados Unidos sobre una muestra de más de 162 individuos con sobrepeso, que viene bien para ilustrar este artículo. Después de someterlos a un período de dieta, a una parte de ellos se les pidió que realizaran una revisión frecuente de su peso y que vieran también con regularidad la evolución en un gráfico.

Los miembros de este grupo conservaron su peso en mayor medida que quienes no lo controlaban con frecuencia, que tuvieron más problemas a la hora de mantenerlo durante un año. Esta constatación no aporta un cambio revolucionario a los planes de adelgazamiento, pero sí constituye una prueba más de que debemos comprometernos personalmente con nuestra salud. En este caso, en cuanto a velar por mantener un peso adecuado a nuestra edad y condición física.

Como señala uno de los autores del estudio, «en una sociedad que ha asistido durante varias décadas un gran incremento de la obesidad, cualquier técnica que ayude a reducir el peso, aunque sea mínimamente, y a mantenerlo, es importante. El autocontrol y el examen visual de la evolución puede ser una estrategia útil, combinada con otras técnicas, para promover una pérdida saludable de peso».

Ya sabes, haz de la báscula una fiel compañera. ¡Ya no hay excusas!

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